Romances y desengaños de una historia de amor y odio:
De derecha a izquierda… un amor popular
Las historias de amor muchas veces pueden ser aburridas y predecibles. La típica narración del príncipe azul que salva a su doncella de las crueles manos de la tiranía carecen de emoción y variedad. En algunas oportunidades son los personajes los que, por falta de carisma, no contribuyen al desarrollo de la trama, convirtiendo la mágica historia de amor en un relato cursi y carente de atención.
Sudamérica sabe de historias y de amores turbulentos. Desengaños, pleitos y reconciliaciones se ven a menudo en las parejas de esta parte del mundo, quienes gracias a su alto grado pasional, transforman todo roce en una confrontación de proporciones. Valentina conoce muy bien lo que significa estar envuelta en una relación conflictiva, donde los momentos gratos son, en gran parte, insignificantes en relación al clima tenso que está acostumbrada a vivir.
Valentina es una mujer particular dentro de su familia. Su vida ha estado marcada por el esfuerzo y el sacrificio, al igual que sus otras hermanas. Nada se le regaló y ha tenido que batallar día a día para llevar el sustento a su hogar. Nunca contó con grandes lujos, pero su belleza interna y natural, lamentablemente, todavía no era apreciada ni extraída por un joven que comprendiera que ella era algo más que una sirvienta o un adorno en el fondo de la sala.
El amor fue ingrato con la joven desde el principio. Por su carisma y simpatía, nunca le faltaron pretendientes, sin embargo, nunca pudo lograr un mancomunión que la potenciara y la llevara a otro nivel económico y social. Su último gran amor creó una gran confusión interna en la joven. Sus pensamientos se cruzaban. Aquel hombre que le bajo las estrellas, sólo logró empobrecerla y confundirla. Valentina ya no quería vivir y juró nunca más entregar su corazón a un mal hombre.
Pero como dice la frase: “Donde está el caos está la oportunidad”, un hombre, un galán encontró el mejor escenario para presentar sus intenciones. Hugo, un joven combatiente y revolucionario, siempre quiso tener a Valentina entre sus manos. Lamentablemente para sus pretensiones, nunca tenía la oportunidad para conquistarla, pero cuando tuvo la chance, no dudo un momento y sacar a relucir toda su capacidad de conquista.
Era un caballero que mezclaba los detalles con la seguridad de una voz imponente. Siempre tuvo grande dotes para la palabra. Le decía cosas al oído y la enamoraba de a poco. Nunca la criticó y siempre le hablaba lo que la triste mujer quería escuchar. Poco a poco, Valentina comenzó a sentir cosas por un muchacho que, más que su mensaje, tenía un carisma y liderazgo que le entregaba seguridad y estabilidad a la mujer.
Algunas de sus hermanas no miraban con buenos ojos a Hugo. Siempre pensaron que era un mentiroso y que hablaba más de lo que hacía. Pero el galán no era tonto y cuando apreciaba que las hermanas confundían a Valentina, Hugo la citaba diariamente en el parque para contarle que la amaba y que su compromiso era eterno
A Hugo nunca le gustó la crítica. Según él, la mala reputación que tenía era sólo para ensuciar su intachable imagen. Pese a la diferencias, el hombre también generaba simpatía en algunos integrantes de la familia, quienes comprendía el fondo de las intenciones que tenía y no dudaban de su respeto por su hermana.
Pero el revolucionario siempre se sintió intimidado por William, joven extranjero de visita por la región. Nunca le gustó sus aires de entrometido y lo culpó en más de una oportunidad de sus propios errores. Cuando Hugo coqueteaba con otras mujeres y Valentina se enteraba, siempre responsabilizó al afuerino de estar intrigando en su contra. Hugo no daba puntada sin hilo y era un maestro para manipular la situación a su favor.
Gente al camino
Sin embargo, William no era el rival directo. Había otro personaje que competía directamente por Valentina y que maneja una estrategia igual de eficaz que Hugo. Su nombre era Carlos, un hombre muy popular que utilizaba las circunstancias del momento para sobreponer sus ideas.
Carlos reconoció que el escenario era adverso. El sabía que conquistarla no era posible y decidió entregar el poder a externos, quienes de manera individual podrían ejercer su influencia para obtener los réditos para Carlos. Era un plan difícil, pero el muchacho sabía que podría tener resultados a corto y largo plazo.
Él divulgó a todo el mundo que podría obtener a la mujer sin tener que tener directamente el control. Era una movida que, acompañada de su carisma y cercanía con la familia, podía posicionarlo como un pretendiente de respeto. Sin embargo, la estrategia rápidamente provocó críticas, especialmente porque entregar la responsabilidad a otros generaba dudas las reales intenciones de Carlos, quien tenía intenciones más de allá de tener solamente a Valentina.
Carlos siempre fue ambicioso y el amor de una mujer no era todo en la vida. También buscada réditos particulares, lo que aprovechando las circunstancias de debilidad de la mujer, podrían ser aprovechados para sumar dinero, prestigio, popularidad y notoriedad.
¿Cuál es el final de la historia? Quizás el cierre nunca se produzca. Valentina es tan cambiante que un día puede amar al bueno y después adorar a quien le hizo mal. Ambos no son la mejor opción para salir adelante, porque principalmente ellos piensan más en sus intereses particulares que en los de la familia.
viernes, 24 de abril de 2009
jueves, 16 de abril de 2009
Medio Oriente
Mejor árabe conocido que turco por conocer:
La historia del conflicto desde una cancha de fútbol
El deporte, y más precisamente el fútbol, sirve muchas veces para explicar formas y visiones del mundo actual. La estrategia, las decisiones y todo lo que rodea esta disciplina puede servir como una comparación curiosa, pero no menos valida, de procesos históricos que han ocurrido en el mundo, como por ejemplo la diferencias entre árabes y turcos.
“¡Despertad, oh, árabes, y alzaos!” fue uno de los versos más utilizados por el mundo Árabe para alzar sus voces en contra del Imperio Otomano. La cita fue utilizada en las primeras páginas de la obra escrita en 1868 por Ibrahim al-Yaziji, sin embargo, no fue el único escritor que ocupo la cita, ya que George Antonius también utilizó la misma frase para evidenciar una postura global de los árabes en El despertar árabe, libro publicado el año 1938 y que se transformo, a la postre, en el primer indicio formal de la voluntad árabe de separarse del imperio Otomano.
Guardando las proporciones, en la actualidad se vive una realidad que tiene algunos atisbos del conflicto de medio oriente. Italia, un país con basta historia futbolística (campeón del mundo en todas sus categorías), siempre a sobresalido por sobre la media Europea. No obstante, los colores de la camiseta y la pasión por el deporte no se detienen a lo largo del tiempo, así como la enemistad entre equipos contrarios que tienen una misma génesis, como por ejemplo Inter y el Milán, quienes en sus inicios fueron uno solo.
En Medio Oriente, el descontento entre árabes y turcos aparece con fuerza en el siglo XIX y comienzos del XX. El mundo árabe estaba muy arraigado en sus tradiciones. Su orgullo máximo era ser representantes de una cultura rica en historia, la que siempre fue muy valorada por las personas. Era en términos futbolísticos un camarín tranquilo, donde pueden convivir jugadores italianos, como es en la actualidad Andrea Pirlo, Alexandro Nesta y Paolo Maldini, junto a las estrellas de otras latitudes como el brasileño Dida o el holandés Clarence Seedorf. Sin embargo, la importancia de unos por sobre otros, tildándolos a todos como iguales, es un error que sucedió en una etapa de la historia y que llevo a las diferencias.
El Imperio Otomano había prologando y expandido su autoridad en la gran mayoría de los pueblos que utilizaban el lenguaje árabe (desde el siglo XVI). Fueron aproximadamente 400 años donde las personas aceptaron, paulatinamente, un papel secundario en el imperio turco. Aceptaron que el centro imperial fuera Estambul y que muchos de los líderes fueran turcos otomanos. Sin embargo, la piedra de tope estaba en el Islam, religión que también profesaban los otomanos y que los árabes consideraban una herencia divina.
El orgullo de una religión propia chocaba con los musulmanes, quienes también profesaban el Islam, pero que no compartían las mismas líneas ideológicas que los hablantes árabes. Los musulmanes hablaban otros idiomas y se sentían orgullosos de realizarlo. Además, apreciaban la aparición de otros linajes, porque según ellos, entregaba nuevos bríos a la expansión del Islam en el Medio Oriente. Fue así como la unión en la religión hizo mezclar a turcos y árabes sin manifestar ninguna distinción.
Similitudes Futbolísticas
En sus orígenes, Milán e Inter era un solo cuadro. En enero de 1990, Alfred Edwards inscribió al club y rápidamente logró popularidad en Italia. Cosechó sus primeros trofeos y obtuvo respeto dentro de la competición. Lamentablemente, los problemas internos fueron los que iniciaron la separación.
El año 1908 aparecieron las primeras diferencias. Un grupo de dirigentes trató de incluir jugadores extranjeros al plantel, creyendo que su aporte podría contribuir a tener mayores logros. Pero nada ocurrió: 43 miembros se retiraron del club y formaron un nuevo equipo, conocido en la actualidad como Inter de Milán. ¿No se parece a una historia de Medio Oriente?
Las diferencias internas marcaron el descontento. Ahora decir que ser árabe es el mismo que un turco sería la misma ofensa que decir que el Milán y el Inter son las mismas escuadras. Las diferencias, después de tantos años, ya no tiene punto de encuentro.
Martín Kramer, en su publicación Nacionalismo Árabe: Una identidad Falsa, describe el proceso en Medio oriente como el “Arabismo”, cuyo fin era marcar las claras diferencias que existían entre el mundo árabe y otomano, las que comenzaron a expresarse con mayor fuerza en el siglo XIX, cuando el Imperio Otomano comenzó un declive paulatino, propiciado por los innumerables problemas que tenían en Europa, que obligaron a tomar decisiones “occidentales” y que tuvieron como consecuencia la perdida de respeto y liderazgo en el Cáucaso, el norte de África, Egipto y Los Balcanes, donde los hablantes árabes alzaron los voz, en lo que fue denominado como “El despertar”.
Las posturas tan absolutistas en Medio Oriente mermaron una buena unión y un surgimiento de las sociedades. Pensar que sólo lo que está entre los límites es bueno puede generar efectos lamentables para una nación. Cuba es un ejemplo, cuya nación parece haber quedado en el pasado gracias a las decisiones de líderes que no quieren perder el control de lo que tienen.
En la actualidad es clave tener una visión más general, sin perder la identidad. Inter de Milán no dejará de jugar como un cuadro italiano, pese a tener nueve jugadores extranjeros en cancha. Sin embargo, esa visión no la tuvieron ni turcos ni árabes, quienes podría haber sido una gran potencia si unían criterios y sumaban fuerzas, no dividirlas pensando en que una era mejor que la otra.
Bibliografía
http://www.libreria-mundoarabe.com/Boletines/n%BA64%20Oct.08/NacionalismoArabe1.htm
La historia del conflicto desde una cancha de fútbol
El deporte, y más precisamente el fútbol, sirve muchas veces para explicar formas y visiones del mundo actual. La estrategia, las decisiones y todo lo que rodea esta disciplina puede servir como una comparación curiosa, pero no menos valida, de procesos históricos que han ocurrido en el mundo, como por ejemplo la diferencias entre árabes y turcos.
“¡Despertad, oh, árabes, y alzaos!” fue uno de los versos más utilizados por el mundo Árabe para alzar sus voces en contra del Imperio Otomano. La cita fue utilizada en las primeras páginas de la obra escrita en 1868 por Ibrahim al-Yaziji, sin embargo, no fue el único escritor que ocupo la cita, ya que George Antonius también utilizó la misma frase para evidenciar una postura global de los árabes en El despertar árabe, libro publicado el año 1938 y que se transformo, a la postre, en el primer indicio formal de la voluntad árabe de separarse del imperio Otomano.
Guardando las proporciones, en la actualidad se vive una realidad que tiene algunos atisbos del conflicto de medio oriente. Italia, un país con basta historia futbolística (campeón del mundo en todas sus categorías), siempre a sobresalido por sobre la media Europea. No obstante, los colores de la camiseta y la pasión por el deporte no se detienen a lo largo del tiempo, así como la enemistad entre equipos contrarios que tienen una misma génesis, como por ejemplo Inter y el Milán, quienes en sus inicios fueron uno solo.
En Medio Oriente, el descontento entre árabes y turcos aparece con fuerza en el siglo XIX y comienzos del XX. El mundo árabe estaba muy arraigado en sus tradiciones. Su orgullo máximo era ser representantes de una cultura rica en historia, la que siempre fue muy valorada por las personas. Era en términos futbolísticos un camarín tranquilo, donde pueden convivir jugadores italianos, como es en la actualidad Andrea Pirlo, Alexandro Nesta y Paolo Maldini, junto a las estrellas de otras latitudes como el brasileño Dida o el holandés Clarence Seedorf. Sin embargo, la importancia de unos por sobre otros, tildándolos a todos como iguales, es un error que sucedió en una etapa de la historia y que llevo a las diferencias.
El Imperio Otomano había prologando y expandido su autoridad en la gran mayoría de los pueblos que utilizaban el lenguaje árabe (desde el siglo XVI). Fueron aproximadamente 400 años donde las personas aceptaron, paulatinamente, un papel secundario en el imperio turco. Aceptaron que el centro imperial fuera Estambul y que muchos de los líderes fueran turcos otomanos. Sin embargo, la piedra de tope estaba en el Islam, religión que también profesaban los otomanos y que los árabes consideraban una herencia divina.
El orgullo de una religión propia chocaba con los musulmanes, quienes también profesaban el Islam, pero que no compartían las mismas líneas ideológicas que los hablantes árabes. Los musulmanes hablaban otros idiomas y se sentían orgullosos de realizarlo. Además, apreciaban la aparición de otros linajes, porque según ellos, entregaba nuevos bríos a la expansión del Islam en el Medio Oriente. Fue así como la unión en la religión hizo mezclar a turcos y árabes sin manifestar ninguna distinción.
Similitudes Futbolísticas
En sus orígenes, Milán e Inter era un solo cuadro. En enero de 1990, Alfred Edwards inscribió al club y rápidamente logró popularidad en Italia. Cosechó sus primeros trofeos y obtuvo respeto dentro de la competición. Lamentablemente, los problemas internos fueron los que iniciaron la separación.
El año 1908 aparecieron las primeras diferencias. Un grupo de dirigentes trató de incluir jugadores extranjeros al plantel, creyendo que su aporte podría contribuir a tener mayores logros. Pero nada ocurrió: 43 miembros se retiraron del club y formaron un nuevo equipo, conocido en la actualidad como Inter de Milán. ¿No se parece a una historia de Medio Oriente?
Las diferencias internas marcaron el descontento. Ahora decir que ser árabe es el mismo que un turco sería la misma ofensa que decir que el Milán y el Inter son las mismas escuadras. Las diferencias, después de tantos años, ya no tiene punto de encuentro.
Martín Kramer, en su publicación Nacionalismo Árabe: Una identidad Falsa, describe el proceso en Medio oriente como el “Arabismo”, cuyo fin era marcar las claras diferencias que existían entre el mundo árabe y otomano, las que comenzaron a expresarse con mayor fuerza en el siglo XIX, cuando el Imperio Otomano comenzó un declive paulatino, propiciado por los innumerables problemas que tenían en Europa, que obligaron a tomar decisiones “occidentales” y que tuvieron como consecuencia la perdida de respeto y liderazgo en el Cáucaso, el norte de África, Egipto y Los Balcanes, donde los hablantes árabes alzaron los voz, en lo que fue denominado como “El despertar”.
Las posturas tan absolutistas en Medio Oriente mermaron una buena unión y un surgimiento de las sociedades. Pensar que sólo lo que está entre los límites es bueno puede generar efectos lamentables para una nación. Cuba es un ejemplo, cuya nación parece haber quedado en el pasado gracias a las decisiones de líderes que no quieren perder el control de lo que tienen.
En la actualidad es clave tener una visión más general, sin perder la identidad. Inter de Milán no dejará de jugar como un cuadro italiano, pese a tener nueve jugadores extranjeros en cancha. Sin embargo, esa visión no la tuvieron ni turcos ni árabes, quienes podría haber sido una gran potencia si unían criterios y sumaban fuerzas, no dividirlas pensando en que una era mejor que la otra.
Bibliografía
http://www.libreria-mundoarabe.com/Boletines/n%BA64%20Oct.08/NacionalismoArabe1.htm
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