sábado, 30 de mayo de 2009

Subdesarrollo y dictaduras: El gran obstáculo de la democracia en África

África es uno de los continentes donde la democracia no se ha manifestado. La alta tasa de analfabetismo (80%), la pobreza (más de 500 pesos para vivir) y la baja esperanza de vida (54 años aproximadamente) han mermado su desarrollo. Para combatir este escenario, los líderes asumieron regímenes extensos para cambiar el panorama. Sin embargo, la permanencia en el poder corrompió a muchos mandatarios, que pese a tener la idea impulsar su nación, sucumbieron ante el poder y sus demandas individuales. Sus mandatos se transformaron en dictaduras extensas, marcada por los abusos y la corrupción, empobreciendo más las naciones.
Sudáfrica, por ejemplo, pasó de Mbeki a Jacob Zuma en el último tiempo y muchos analistas alabaron el afán “democrático” del país y de su justicia, que no dejó a su ex gobernante intervenir en temas legales. No obstante, su sucesor es del mismo partido y, en parte, no representa un cambio, sino la continuidad de un partido en el poder.

jueves, 28 de mayo de 2009

Subdesarrollo: El gran obstáculo de la democracia en África

Subdesarrollo: El gran obstáculo de la democracia en África

África es uno de los continentes más complicados del mundo. Los números son desoladores. Aproximadamente 340 millones de personas (la mitad de la población) vive con menos de un dólar diario, algo así como 565 pesos para alimentar a una familia esencialmente numerosa (siete hijos por mujer). A esto se suma que la tasa de mortalidad infantil en niños menores de cinco años es superior al 10 por ciento (140 niños de mil pequeños aprox.) y que la esperanza de vida es sólo hasta los 54 años. Además, sólo el 58 por ciento de la población tienen la oportunidad de obtener agua segura, exponiendo al resto a cualquier tipo de enfermedades y contagios.
Pero el panorama adverso no se resume sólo a estos puntos. La tasa de analfabetismo para adolescentes es de 41 por ciento (80 por ciento total). El sistema de comunicación en comparación al resto del mundo es nefasto. A simple vista, es una región donde realizar cualquier actividad política o de gobernabilidad es muy complicada.
Según los últimos cálculos, en los 53 países del tercer continente más grande del mundo habitan 800 millones de personas. En África del Norte, o mejor conocido como Sahara, la gran mayoría de la población es gente adulta, superando con creces a los jóvenes, mientras que la situación inversa se ve en África subsahariana, donde la población es más joven, pese que los últimos indicadores han demostrado un aumento en la tasa de envejecimiento importante (Etiopía, Somalia y Sudáfrica) por el déficit alimentario.
Lamentablemente, hasta la fecha, los países africanos no han podido despegar como naciones fuertes y estables. Muchas naciones han sido recientemente descolonizadas. Además, muchos de los límites territoriales no corresponden a las nacionalidades autóctonas, las sociedades no tienen tradición de iniciativa individual, están carentes de infraestructura y los índices de pobreza y analfabetismo no dan para ilusionarse con un progreso a corto plazo.
La democracia “made in Africa” es muy especial y está marcada por extensos regímenes. Por ejemplo, Namibia, Botsuana, Sudáfrica y Mozambique tienen la particularidad de estar gobernados por los partidos libertadores (En Sudáfrica todavía está el emancipador). Esto no quiere decir que no se produzcan cambios de presidentes, sino que cada nuevo gobernante sigue la línea del régimen. Los cambios de partidos están a la espera y los más probables es que no ocurran en un futuro cercano, lo que es una piedra de tope para comprobar si la democracia es real o no.
Los partidos en el poder que rigen en Sudáfrica y Namibia accedieron al poder tras la caída del socialismo real. Lo sucedido les ahorró el acabar en la planificación central que llevó a la ruina a otros países africanos. Algo muy diferente sucedió en Botsuana, país que adquirió su independencia en buenos términos, principalmente porque Gran Bretaña aceptó la solicitud de autogobierno democrático solicitado por la población. En la actualidad, Botsuana es el único país de África que no ha tenido un golpe de estado y es uno de los más estables del continente.
Muchos regímenes de África han sido dirigidos por figuras destacadas como KwameKrumah, Julius Nyerere, Gamal Abdel Nasser, Bourguiba, Amilcar Cabral, Patrice Lumumba, Nelson Mandela. Samora Machel y Thomas Sankara. En su gran mayoría, no eran demócratas convencidos, pero si estaban comprometidos con la restauración de la dignidad de sus pueblos. Sin embargo muchos, aturdidos por el poder, desviaron el camino que tenían y terminaron pensando de manera individualista y ambiciosa.
El peso del subdesarrollo
Los países con un subdesarrollo importante (como es el caso de África) es muy difícil implantar un sistema democrático, sea cual sea la denominación o los matices. Así lo reconoce la ONU cuando cataloga a los “países menos avanzados” como lugares donde es más complicado implantar un gobierno democrático (el sur del Sahara tiene a 28 de los 47 países en este ítem) y donde los principales ingresos por inversión están destinados a la asistencia oficial.
Pero su aparición no es para nada imposible. La situación extrema que se vive obliga a las personas a ocupar como blanco de las críticas al régimen autoritario, quien no tiene respuestas para superar las dificultades. No pueden asegurar el desarrollo y menos detener la degradación social, política y moral. Por este motivo, muchos historiadores y expertos en la materia hablan de una “Democratización por defecto”, que se potencia con la perdida de credibilidad del autoritarismo y con el impulso de la demanda social.
La “Democratización por defecto” puede ser una opción para restaurar la vapuleada gobernabilidad. Sin embargo, esta gobernabilidad no se ha podido apreciar en gran parte del continente. El Estado, en muchos casos, no puede mantener el orden público mínimo de una nación y sucumbe ante el anarquismo. Por eso el tema no pasa por cambios en el sistema político, sino por hacer modificación a nivel institucional, que garantice un mejor futuro.
Ejemplo Sudafricano
Sudáfrica es otro de los ejemplos de cómo si aplica, a su modo la democracia. La salida de Mbeki, impulsada por el líder Zulú, Jacob Zuma, es, según los analistas, otro gran paso hacia un sistema democrático. El rencor entre ambos siempre fue evidente. Mbeki trató de evitar que Zuma (acusado de fraude y corrupción fiscal) lo reemplazara en el cargo.
Sin embargo, ANC (Congreso Nacional Africano) obligó a Mbeki a dejar el cargo (amenazándolo de quitarle todos los privilegios de ex presidente). Las pruebas para sacarlo del cargo las demostró un juez quien comprobó que el mandatario había intervenido con la intención de procesar a Zuma. Este acto fue la evidencia más notoria que el presidente no está por encima de la ley.
Un ex preso político y veterano del ANC (Congreso Nacional Africano), Carl Niehaus, resumió en un artículo el malestar de su partido con Mbeki. "El hombre sencillamente se ha vuelto demasiado aislado, demasiado arrogante, demasiado absorto en sí mismo y demasiado adicto al poder. Durante la larga historia del ANC se ha demostrado una y otra vez que ningún individuo está por encima de la organización".
Sudáfrica, pese a todo, es una de las naciones que ha dado pruebas que su democracia es una de las más estables y seguras de África, transformándose en un modelo a seguir para las otras naciones, pese a su singular forma de aplicarla.

Bibliografía
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guiactual.guiadelmundo.org.uy/informes/informe_70.htm - 17k

www.revistapueblos.org/spip.php?article135 - 31k

www.lavozdegalicia.es/opinion/2008/07/05/0003_6961531.htm - 37k -

www.elpais.com/articulo/internacional/posible/democracia/Africa/elpepiint/20080923elpepiint_7/Tes/ - 82k

ÁFRICA, DEMOCRATIZACIÓN Y DEMOCRACIA (books.google.cl/books?isbn=9683694950)

viernes, 8 de mayo de 2009

Las segundas partes no son tan malas

“Es un hermoso día nacional de unión y de reivindicación. ¡Viva el Perú!”, señaló en todos los medios el presidente de Perú, Alan García, el día en que su país presentó la demanda marítima ante la Haya. El hecho, uno de los más relevantes el último tiempo en país del rimac, provocó múltiples reacciones en el continente, las que situaron nuevamente al mandatario en el centro de las miradas en este lado del mundo.

La historia de Alan García en la política, y más precisamente como presidente, ha estado marcada por los altibajos en sus dos gobiernos. Con salidas abruptas y vueltas gloriosas, el político, para bien o para mal, siempre ha estado ligado a los procesos relevantes del Perú.

Alan Gabriel Ludwig García Pérez nació en Lima el 23 de mayo de 1949. Curso estudios de abogacía y sociología, pero siempre tuvo una marcada tendencia a la política. Por este motivo, entre los años 1978 y 1979, se trasformó en diputado constituyente, comenzando en ese instante una ascendente carrera profesional.

Además, fue diputado (1980-1985) y senador vitalicio (1990-1992), pero siempre ligado al Partido Aprista, donde tuvo la imagen del fundador, Víctor Raúl Haya, como uno de sus maestros y modelo claro a seguir la misma línea política.

Sin embargo, García comenzó a tener notoriedad pública cuando fue nombrado candidato del partido Aprista en 1984. En los comicios, el abanderado del APRA superó a Alfonso Barrantes, quien se retiró de la segunda vuelta electoral. Con esto, Alan García era proclamado como nuevo presidente de Perú con sólo 35 años.


Economía, terrorismo y corrupción

Alan García comenzó con mucha fuerza y decisión su mandato en el país del rimac. Los dos primeros años realizó una fuerte inversión que reactivó rápidamente la economía, sin embargo, las medidas a corto plazo tuvieron secuelas irremediables a largo plazo, principalmente porque el gasto del estado fue excesivo y el dinero comenzó escasear de manera drástica.

Entre las políticas económicas del nuevo mandatario estaba el control del tipo de cambio y sobreemisiones de moneda. Además, en una medida controversial, rechazó tajantemente las apreciaciones del Fondo Monetario Internacional, limitándose a la cancelación de la deuda externa en sólo un 10% de los ingresos que lograba Perú por sus exportaciones. Esta decisión provocó el retraso en la cancelación de la deuda, lo que motivo al Fondo Monetario a declarar a Perú en “Inelegible”, en el segundo año de gobierno de García.

El terrorismo también marcó el primer mandato de Alan García, que se vio profundizado a finales de los años 80 con un baño de sangre por las calles de Lima. Sobrepasado por los acontecimientos, García opto por la violencia subversiva y actos de represión militar con el objetivo de detener el terrorismo, y aunque en un principio había optado por detener las constantes violaciones a los derechos humanos, finalmente avaló el control militar, lo que provocaría una reacción más violenta de los líderes opositores.

Movimiento Revolucionario Tupac Amaru logró una nueva victoria ante el control de García cuando Víctor Polay, alias el “Comandante Rolando” junto a 47 militantes del movimiento, se fugaron de la cárcel de alta seguridad, Miguel Castro, gracias a la construcción de un túnel de 330 metros.

Sin embargo, la debacle llegó con las decisiones en el ámbito económico. Se intento estatizar la con banca para controlar al información. Los indicadores mostraban una realidad crítica, con un hiperinflación de 1,722 % el año 1988 y de 2,776% el año siguiente. La moneda quedó devaluada y debió cambiar a Sol e Inti, principalmente porque en muy poco tiempo quedaban sin valor comercial, lo que provocó la falta de productos mínimos para los peruanos.

A esto se sumó la corrupción interna que dejó a Perú con un fondo sólo de 8 millones, colapsando los servicios públicos. Estas malas decisiones provocaron que García dejara el poder en manos de Alberto Fujimori con una adhesión muy escasa.

Pero las cosas fueron de mal en peor para el político del Partido Aprista. El año 1991, es acusado de obtener dineros del estado de manera ilícita, la que finalmente se archivo el año siguiente por falta de pruebas. Además, el “auto-golpe” de Fujimori provocó el exilio de García en Colombia y Francia, volviendo sólo a su país 11 años después.

La segunda oportunidad

El 2001, Alan García busco nuevamente llegar al poder, pero Alejandro Toledo se lo impidió, transformándose en el presidente de Perú hasta el 2006, año donde García, quien venía muy atrás en las encuestas, se impone en la segunda vuelta a Ollanta Humala y se convierte por segunda vez en mandatario de Perú.

No obstante, García no estaba dispuesto a cometer los mismos errores del pasado y trazó claramente sus dos líneas a seguir: una política interna más abierta y una política exterior más fuerte y decidida a obtener sus demandas, especialmente su requerimiento marítimo con Chile, país con el cual han tenido innumerables conflictos a lo largo de la historia.

Dentro de su mandato, redujo el salario excesivo para los políticos. Además, creo los ministerios de Pesca y Deporte, lo que contribuyó a tener una buena relación con la oposición, enmarcada en la imagen de Lourdes Flores, ex candidata presidencial.

En sus políticas internacionales, ha mantenido su relación con Lula de Brasil. También se reunió con la presidente de Chile, Michelle Bachelet, el año 2006 para mejorar las relaciones bilaterales, coronadas con el TLC firmado este año, sin embargo, el 19 de marzo de 2009, Perú presentó su memoria marítima ante el Tribunal de la Haya, donde demanda a Chile por las 200 millas marítimas, lo que a la postre se puede transformar en la medida más clara de un mandato que quiere marcar diferencia del nefasto proceso anterior.

La postura peruana complicó a Chile, pero especialmente dejó a la deriva a Bolivia, país que también tenía conflictos con Chile y que ahora quedó en un segundo plano ante la postura peruana. Sus opositores afirman que es un “pro-chileno” y que sus decisiones económicas no son las mejores para el país, pero el tiempo, de a poco, le ha comenzado a dar la razón a sus medidas.