África es uno de los continentes donde la democracia no se ha manifestado. La alta tasa de analfabetismo (80%), la pobreza (más de 500 pesos para vivir) y la baja esperanza de vida (54 años aproximadamente) han mermado su desarrollo. Para combatir este escenario, los líderes asumieron regímenes extensos para cambiar el panorama. Sin embargo, la permanencia en el poder corrompió a muchos mandatarios, que pese a tener la idea impulsar su nación, sucumbieron ante el poder y sus demandas individuales. Sus mandatos se transformaron en dictaduras extensas, marcada por los abusos y la corrupción, empobreciendo más las naciones.
Sudáfrica, por ejemplo, pasó de Mbeki a Jacob Zuma en el último tiempo y muchos analistas alabaron el afán “democrático” del país y de su justicia, que no dejó a su ex gobernante intervenir en temas legales. No obstante, su sucesor es del mismo partido y, en parte, no representa un cambio, sino la continuidad de un partido en el poder.
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