viernes, 8 de mayo de 2009

Las segundas partes no son tan malas

“Es un hermoso día nacional de unión y de reivindicación. ¡Viva el Perú!”, señaló en todos los medios el presidente de Perú, Alan García, el día en que su país presentó la demanda marítima ante la Haya. El hecho, uno de los más relevantes el último tiempo en país del rimac, provocó múltiples reacciones en el continente, las que situaron nuevamente al mandatario en el centro de las miradas en este lado del mundo.

La historia de Alan García en la política, y más precisamente como presidente, ha estado marcada por los altibajos en sus dos gobiernos. Con salidas abruptas y vueltas gloriosas, el político, para bien o para mal, siempre ha estado ligado a los procesos relevantes del Perú.

Alan Gabriel Ludwig García Pérez nació en Lima el 23 de mayo de 1949. Curso estudios de abogacía y sociología, pero siempre tuvo una marcada tendencia a la política. Por este motivo, entre los años 1978 y 1979, se trasformó en diputado constituyente, comenzando en ese instante una ascendente carrera profesional.

Además, fue diputado (1980-1985) y senador vitalicio (1990-1992), pero siempre ligado al Partido Aprista, donde tuvo la imagen del fundador, Víctor Raúl Haya, como uno de sus maestros y modelo claro a seguir la misma línea política.

Sin embargo, García comenzó a tener notoriedad pública cuando fue nombrado candidato del partido Aprista en 1984. En los comicios, el abanderado del APRA superó a Alfonso Barrantes, quien se retiró de la segunda vuelta electoral. Con esto, Alan García era proclamado como nuevo presidente de Perú con sólo 35 años.


Economía, terrorismo y corrupción

Alan García comenzó con mucha fuerza y decisión su mandato en el país del rimac. Los dos primeros años realizó una fuerte inversión que reactivó rápidamente la economía, sin embargo, las medidas a corto plazo tuvieron secuelas irremediables a largo plazo, principalmente porque el gasto del estado fue excesivo y el dinero comenzó escasear de manera drástica.

Entre las políticas económicas del nuevo mandatario estaba el control del tipo de cambio y sobreemisiones de moneda. Además, en una medida controversial, rechazó tajantemente las apreciaciones del Fondo Monetario Internacional, limitándose a la cancelación de la deuda externa en sólo un 10% de los ingresos que lograba Perú por sus exportaciones. Esta decisión provocó el retraso en la cancelación de la deuda, lo que motivo al Fondo Monetario a declarar a Perú en “Inelegible”, en el segundo año de gobierno de García.

El terrorismo también marcó el primer mandato de Alan García, que se vio profundizado a finales de los años 80 con un baño de sangre por las calles de Lima. Sobrepasado por los acontecimientos, García opto por la violencia subversiva y actos de represión militar con el objetivo de detener el terrorismo, y aunque en un principio había optado por detener las constantes violaciones a los derechos humanos, finalmente avaló el control militar, lo que provocaría una reacción más violenta de los líderes opositores.

Movimiento Revolucionario Tupac Amaru logró una nueva victoria ante el control de García cuando Víctor Polay, alias el “Comandante Rolando” junto a 47 militantes del movimiento, se fugaron de la cárcel de alta seguridad, Miguel Castro, gracias a la construcción de un túnel de 330 metros.

Sin embargo, la debacle llegó con las decisiones en el ámbito económico. Se intento estatizar la con banca para controlar al información. Los indicadores mostraban una realidad crítica, con un hiperinflación de 1,722 % el año 1988 y de 2,776% el año siguiente. La moneda quedó devaluada y debió cambiar a Sol e Inti, principalmente porque en muy poco tiempo quedaban sin valor comercial, lo que provocó la falta de productos mínimos para los peruanos.

A esto se sumó la corrupción interna que dejó a Perú con un fondo sólo de 8 millones, colapsando los servicios públicos. Estas malas decisiones provocaron que García dejara el poder en manos de Alberto Fujimori con una adhesión muy escasa.

Pero las cosas fueron de mal en peor para el político del Partido Aprista. El año 1991, es acusado de obtener dineros del estado de manera ilícita, la que finalmente se archivo el año siguiente por falta de pruebas. Además, el “auto-golpe” de Fujimori provocó el exilio de García en Colombia y Francia, volviendo sólo a su país 11 años después.

La segunda oportunidad

El 2001, Alan García busco nuevamente llegar al poder, pero Alejandro Toledo se lo impidió, transformándose en el presidente de Perú hasta el 2006, año donde García, quien venía muy atrás en las encuestas, se impone en la segunda vuelta a Ollanta Humala y se convierte por segunda vez en mandatario de Perú.

No obstante, García no estaba dispuesto a cometer los mismos errores del pasado y trazó claramente sus dos líneas a seguir: una política interna más abierta y una política exterior más fuerte y decidida a obtener sus demandas, especialmente su requerimiento marítimo con Chile, país con el cual han tenido innumerables conflictos a lo largo de la historia.

Dentro de su mandato, redujo el salario excesivo para los políticos. Además, creo los ministerios de Pesca y Deporte, lo que contribuyó a tener una buena relación con la oposición, enmarcada en la imagen de Lourdes Flores, ex candidata presidencial.

En sus políticas internacionales, ha mantenido su relación con Lula de Brasil. También se reunió con la presidente de Chile, Michelle Bachelet, el año 2006 para mejorar las relaciones bilaterales, coronadas con el TLC firmado este año, sin embargo, el 19 de marzo de 2009, Perú presentó su memoria marítima ante el Tribunal de la Haya, donde demanda a Chile por las 200 millas marítimas, lo que a la postre se puede transformar en la medida más clara de un mandato que quiere marcar diferencia del nefasto proceso anterior.

La postura peruana complicó a Chile, pero especialmente dejó a la deriva a Bolivia, país que también tenía conflictos con Chile y que ahora quedó en un segundo plano ante la postura peruana. Sus opositores afirman que es un “pro-chileno” y que sus decisiones económicas no son las mejores para el país, pero el tiempo, de a poco, le ha comenzado a dar la razón a sus medidas.

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