Subdesarrollo: El gran obstáculo de la democracia en África
África es uno de los continentes más complicados del mundo. Los números son desoladores. Aproximadamente 340 millones de personas (la mitad de la población) vive con menos de un dólar diario, algo así como 565 pesos para alimentar a una familia esencialmente numerosa (siete hijos por mujer). A esto se suma que la tasa de mortalidad infantil en niños menores de cinco años es superior al 10 por ciento (140 niños de mil pequeños aprox.) y que la esperanza de vida es sólo hasta los 54 años. Además, sólo el 58 por ciento de la población tienen la oportunidad de obtener agua segura, exponiendo al resto a cualquier tipo de enfermedades y contagios.
Pero el panorama adverso no se resume sólo a estos puntos. La tasa de analfabetismo para adolescentes es de 41 por ciento (80 por ciento total). El sistema de comunicación en comparación al resto del mundo es nefasto. A simple vista, es una región donde realizar cualquier actividad política o de gobernabilidad es muy complicada.
Según los últimos cálculos, en los 53 países del tercer continente más grande del mundo habitan 800 millones de personas. En África del Norte, o mejor conocido como Sahara, la gran mayoría de la población es gente adulta, superando con creces a los jóvenes, mientras que la situación inversa se ve en África subsahariana, donde la población es más joven, pese que los últimos indicadores han demostrado un aumento en la tasa de envejecimiento importante (Etiopía, Somalia y Sudáfrica) por el déficit alimentario.
Lamentablemente, hasta la fecha, los países africanos no han podido despegar como naciones fuertes y estables. Muchas naciones han sido recientemente descolonizadas. Además, muchos de los límites territoriales no corresponden a las nacionalidades autóctonas, las sociedades no tienen tradición de iniciativa individual, están carentes de infraestructura y los índices de pobreza y analfabetismo no dan para ilusionarse con un progreso a corto plazo.
La democracia “made in Africa” es muy especial y está marcada por extensos regímenes. Por ejemplo, Namibia, Botsuana, Sudáfrica y Mozambique tienen la particularidad de estar gobernados por los partidos libertadores (En Sudáfrica todavía está el emancipador). Esto no quiere decir que no se produzcan cambios de presidentes, sino que cada nuevo gobernante sigue la línea del régimen. Los cambios de partidos están a la espera y los más probables es que no ocurran en un futuro cercano, lo que es una piedra de tope para comprobar si la democracia es real o no.
Los partidos en el poder que rigen en Sudáfrica y Namibia accedieron al poder tras la caída del socialismo real. Lo sucedido les ahorró el acabar en la planificación central que llevó a la ruina a otros países africanos. Algo muy diferente sucedió en Botsuana, país que adquirió su independencia en buenos términos, principalmente porque Gran Bretaña aceptó la solicitud de autogobierno democrático solicitado por la población. En la actualidad, Botsuana es el único país de África que no ha tenido un golpe de estado y es uno de los más estables del continente.
Muchos regímenes de África han sido dirigidos por figuras destacadas como Kwame N´ Krumah, Julius Nyerere, Gamal Abdel Nasser, Bourguiba, Amilcar Cabral, Patrice Lumumba, Nelson Mandela. Samora Machel y Thomas Sankara. En su gran mayoría, no eran demócratas convencidos, pero si estaban comprometidos con la restauración de la dignidad de sus pueblos. Sin embargo muchos, aturdidos por el poder, desviaron el camino que tenían y terminaron pensando de manera individualista y ambiciosa.
El peso del subdesarrollo
Los países con un subdesarrollo importante (como es el caso de África) es muy difícil implantar un sistema democrático, sea cual sea la denominación o los matices. Así lo reconoce la ONU cuando cataloga a los “países menos avanzados” como lugares donde es más complicado implantar un gobierno democrático (el sur del Sahara tiene a 28 de los 47 países en este ítem) y donde los principales ingresos por inversión están destinados a la asistencia oficial.
Pero su aparición no es para nada imposible. La situación extrema que se vive obliga a las personas a ocupar como blanco de las críticas al régimen autoritario, quien no tiene respuestas para superar las dificultades. No pueden asegurar el desarrollo y menos detener la degradación social, política y moral. Por este motivo, muchos historiadores y expertos en la materia hablan de una “Democratización por defecto”, que se potencia con la perdida de credibilidad del autoritarismo y con el impulso de la demanda social.
La “Democratización por defecto” puede ser una opción para restaurar la vapuleada gobernabilidad. Sin embargo, esta gobernabilidad no se ha podido apreciar en gran parte del continente. El Estado, en muchos casos, no puede mantener el orden público mínimo de una nación y sucumbe ante el anarquismo. Por eso el tema no pasa por cambios en el sistema político, sino por hacer modificación a nivel institucional, que garantice un mejor futuro.
Ejemplo Sudafricano
Sudáfrica es otro de los ejemplos de cómo si aplica, a su modo la democracia. La salida de Mbeki, impulsada por el líder Zulú, Jacob Zuma, es, según los analistas, otro gran paso hacia un sistema democrático. El rencor entre ambos siempre fue evidente. Mbeki trató de evitar que Zuma (acusado de fraude y corrupción fiscal) lo reemplazara en el cargo.
Sin embargo, ANC (Congreso Nacional Africano) obligó a Mbeki a dejar el cargo (amenazándolo de quitarle todos los privilegios de ex presidente). Las pruebas para sacarlo del cargo las demostró un juez quien comprobó que el mandatario había intervenido con la intención de procesar a Zuma. Este acto fue la evidencia más notoria que el presidente no está por encima de la ley.
Un ex preso político y veterano del ANC (Congreso Nacional Africano), Carl Niehaus, resumió en un artículo el malestar de su partido con Mbeki. "El hombre sencillamente se ha vuelto demasiado aislado, demasiado arrogante, demasiado absorto en sí mismo y demasiado adicto al poder. Durante la larga historia del ANC se ha demostrado una y otra vez que ningún individuo está por encima de la organización".
Sudáfrica, pese a todo, es una de las naciones que ha dado pruebas que su democracia es una de las más estables y seguras de África, transformándose en un modelo a seguir para las otras naciones, pese a su singular forma de aplicarla.
Bibliografía
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ÁFRICA, DEMOCRATIZACIÓN Y DEMOCRACIA (books.google.cl/books?isbn=9683694950)
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